4.1 Textos dialogados

El diálogo

Dialogar es conversar, y muchas veces al dialogar, tanto de forma oral como escrita, mezclas otras formas elocutivas ejercitadas en este curso, por ejemplo la narración y la exposición.

En tu contexto escolar y profesional existen diversas formas de manifestar el diálogo, por ejemplo:

1.Discutir o debatir es también dialogar; no la discusión ciega e improductiva, sino el debate contagioso, sabio, coherente; que permite los aprendizajes más variados y el crecimiento personal de los participantes.

2.Preguntar es también una forma de la oralidad que se estructura a partir del diálogo; generalmente, la idea que encierra una pregunta no está completa hasta que no se recibe la respuesta del otro; este es un procedimiento muy utilizado como manifestación de la cortesía linguística.

Para dialogar te valdrás de variados recursos linguísticos. Por ejemplo, cuando comiences el estudio de la unidad ya has abordado las clases de palabras y la oración simple, cuya comprensión será imprescindible para emprender el estudio de la oración compuesta, como estructura gramatical más compleja, que emplearás en la construcción de tus propios textos dialogados, que serán en tu vida profesional, más trascendentes al conversar sobre temas más profundos. También has leído y ejercitado los textos descriptivos, narrativos y argumentativos. Esto te prepara para comprender los textos dialogados y para construir tus propios textos, mezclando en el discurso oral y escrito la variedad que nos ofrece nuestra lengua para poder comunicarnos con eficiencia, dependiendo de la intención y la finalidad.

Debes reflexionar en el uso que puedes hacer de los contenidos gramaticales y ortográficos en el habla, para convertirte en un comunicador eficiente: al expresarte, tanto oral como escrito, sueles emplear oraciones, que se relacionan entre sí sin que una idea tenga primacía sobre otra (coordinación). Esta coordinación se establece entre oraciones afirmativas o negativas (coordinación copulativa), o entre oraciones que muestran una alternativa (coordinación disyuntiva),  o una situación contraria o antagónica (coordinación adversativa). Pero esta relación entre las oraciones puede ocurrir  sin que medie un elemento de enlace (yuxtapuestas). Ahora bien, si esta relación entre dos o más oraciones, implica que una tenga primacía sobre otra, por la importancia de la idea que transmite, o lo que es lo mismo, una depende de la otra, entonces se establece una relación de subordinación que le da el nombre a ese tipo de oración compuesta, ya sea subordinada adjetiva, sustantiva o adverbial, dependiendo de la función que tenga dentro de la oración y según sea la intención comunciativa. Te invitamos al diálogo franco e inteligente, luego de un estudio consciente y reflexivo.

El diálogo
  • aquella forma elocutiva donde intervienen varios personajes que intercambian el turno de habla alrededor de una temática determinada.

El diálogo introduce al lector o al espectador directamente en los hechos de la historia y mediante su estructuración se contactan, como mínimo, dos voces o interlocutores.

Esta forma de elocución es:
1. Un proceso interactivo, por lo que tiene carácter social.
2. Un proceso con alternancia de turnos, que tiene la forma de un discurso fragmentado.
3. Un proceso semánticamente progresivo orientado a la integración de las intervenciones en una unidad de significación.

 

La experiencia humana se construye y enriquece en sociedad, por lo que el diálogo surge por la necesidad de expresión de los hombres. El diálogo es el sistema de interrelación social más extendido y se manifiesta como una sucesión jerarquizada de intercambios verbales. El diálogo tiene, por tanto, una raíz ideológica, ya que la ideología es una forma de relación dentro de un grupo y entre grupos sociales y se trasmite, conserva y modifica por medio de la realidad material del lenguaje. Las voces en el diálogo literario no deben verse como individuos asilados sino que reflejan la perspectiva ideológica conforme o no con una sociedad determinada, un grupo o una clase social; por consiguiente:

El diálogo literario
  • es el proceso de exteriorización del mundo interior del personaje, mediante un sistema de signos interactivos donde se refleja la intimación, cooperación o antagonismo entre los personajes.

Por oposición, el monólogo es una actividad interior donde se expresan los conflictos del personaje que surgen en su interacción con el mundo y consigo mismo, es decir, el monólogo pone énfasis en el emisor.
 
A través de su empleo se logra que los personajes expresen sus acuerdos y desacuerdos, sus argumentos y contraargumentos, que revelen confidencias, y en general se favorece que los personajes se caractericen a sí mismos a medida que van dialogando, como ocurre en el siguiente ejemplo del Quijote: 

¨ Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con  otros sucesos dignos de felice recordación”

En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

-.¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
-Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo, quítate de ahí y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero el iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes bien iba diciendo en voces altas:
-Non fuyades, cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete.
Levantose en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
-Pues aunque movais más brazos que los del gigante Briareo, me lo habeis de pagar.
Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su seora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras si al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo el correr de su asno, y cuando llegó, halló que no se podía menear; tal fue el golpe que dio con el Rocinante.
-iVálgame Dios! -dijo Sancho-; ¿no le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
-Dios lo haga como puede -respondió Sancho Panza; y ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba”.

Los diálogos se emplean a favor de una tesis o una historia, aportan información de una manera rápida y directa, de modo que en el diálogo se da el máximo de información con el mínimo de informantes. La imagen de verosimilitud o credibilidad es primordial en la estructuración del diálogo y deben concordar los términos, las construcciones gramaticales, los giros idiomáticos con el carácter del personaje que se está presentando. Por otro lado, el diálogo debe ser fluido, ha de tener un ritmo propio que debe favorecer el desarrollo de la acción. La naturalidad se logra en la forma en que se intercambian los turnos de habla entre los personajes, de modo que no debe darse parrafadas de una vez por un personaje, como bloques de discurso cuando lo más usual es la interrupción de unos a otros, los lapsos de silencio, el intercalado de chistes, comentarios contextuales, etc.

En los géneros narrativo y dramático, el diálogo tiene una función esencial en la construcción de la historia; el cuento, por ejemplo, que es una forma genérica de la narrativa donde no hay espacio para profundizar en las características psicológicas de un personaje, la forma en que este habla, los modos y tipos de ideas que exterioriza bastan para definirlo, en el caso del drama hay que añadir que el diálogo es su principio estructural fundamental. El diálogo en el teatro tiene como peculiaridad que se enriquece con otros recursos como son los movimientos en escena, la gestualidad y todo el contexto situacional de la escena, por esa razón el diálogo en el drama tiene carácter multisemiótico.

El diálogo literario emplea diferentes recursos de expresión como son la repetición de palabras o de expresiones que favorecen la conexión entre las partes en el proceso de interacción y permite destacar alguna idea que el personaje considera importante. También se emplean figuras de estilo como la anáfora, la antítesis, el asíndeton, etc. Otros recursos frecuentes son la elipsis, los tropos y el diálogo referido o reportado, este ocurre cuando en el diálogo, los personajes se refieren a un diálogo que se ha construido anteriormente, cuando un personaje cuenta lo que otros han dicho o hablaron:

Cálmate, abuela, por favor. Como tú misma has dicho, no se puede ir contra el destino. ¿Pero no hay algo especial que quieras decirme, que tiene que ver con todo esto?
-Sí, es acerca de Trasilo. Yo lo consulto con frecuencia. Tiberio no lo sabe, pero Trasilo ha estado aquí a menudo. Me dijo, hace algunos años, lo que sucedería entre Tiberio y yo: que un día se rebelaría contra mi autoridad y tomaría el Imperio él solo entonces. También me dijo otra cosa: que aunque yo moriría decepcionada, sería reconocida como diosa muchos años después de mi muerte…

(Diálogo entre Livia y Claudio en “Yo Claudio”, capitulo XXV. Robert Graves)

El diálogo reportado da mucha vivacidad al discurso, porque con la creación de diversas voces pone en funcionamiento la imaginación del receptor que se construye una imagen rápida de la escena y de los personajes implicados.
El diálogo puede aparecer en estilo directo y en estilo indirecto. Mediante el diálogo en estilo directo los parlamentos son asumidos directamente por los personajes reproduciendo las palabras sin que medien términos subordinantes. El estilo indirecto es la incorporación del diálogo a la narración con verbos introductores y nexos que indiquen subordinación y dependencia.

En este ejemplo de la novela “Como agua para chocolate” de Laura Esquivel, aparecen el estilo directo y el indirecto, este último subrayado:

“Una de estas tardes, antes de que Mamá Elena dijera que ya se podían levantar de la mesa, Tita, que entonces contaba con quince anos, le anunció con voz temblorosa que Pedro Muzquiz quería venir a hablar con ella...
-¿Y de qué me tiene que venir a hablar ese señor?
Dijo Mamá Elena luego de un silencio interminable que encogió el alma de Tita.
Con voz apenas perceptible Tita respondió:
-Yo no sé.
Mamá Elena le lanzó una mirada que para Tita encerraba todos los años de represión que habían flotado sobre la familia y dijo:
-Pues más vale que le informes que si es para pedir tu mano, no lo haga. Perdería su tiempo y me haría perder el mío. Sabes muy bien que por ser la más chica de las mujeres a ti te corresponde cuidarme hasta el día de mi muerte.
Dicho esto, Mamá Elena se puso lentamente de pie, guardo sus lentes dentro del delantal y a manera de orden final repitió:
-¡Por hoy, hemos terminado con esto!
Tita sabía que dentro de las normas de comunicación de la casa no estaba incluido el diálogo, pero aún así, por primera vez en su vida intentó protestar a un mandato de su madre.
-Pero es que yo opino que...
-¡Tú no opinas nada y se acabo! Nunca, por generaciones, nadie en mi familia ha protestado ante esta costumbre y no va a ser una de mis hijas quien lo haga.
Tita bajó la cabeza y con la misma fuerza con que sus lágrimas cayeron sobre la mesa, así cayó sobre ella su destino. Y desde ese momento supieron ella y la mesa que no podían modificar ni tantito la dirección de estas fuerzas desconocidas que las obligaban, a la una, a compartir con Tita su sino, recibiendo sus amargas lágrimas desde el momento en que nació, y a la otra a asumir esta absurda determinación”.

Formalmente el diálogo exige de los signos escritos identificadores de la conversación (guiones, puntos y aparte, texto entrado). La serie de guiones marcan las alternancias en los turnos de palabra, es decir el silencio o la vocalización. Desde el punto de vista gramatical, en el diálogo suele darse gran variedad, su estructura más general reconoce el intercambio entre preguntas o frases interrogativas y respuestas o frases declarativas, donde se establece una interacción entre los pronombres personales yo y tú. Esta interacción obedece a la integración de los principios de cooperación y de la necesaria unidad temática del diálogo.

_______________________________________________________________________

(Tomado de Introducción a los estudios literarios. DrC. José Emilio Hernández Sánchez, MsC. José Amado Díaz Martínez y MsC. Jaime García Cuenca, Cap.6, pg. 188)